miércoles, 30 de agosto de 2017

Bozena Ruzickova


Bozena Ruzickova.
© Life Trails

Bozena Ruzickova nació el 20 de enero de 1924 en Sobotka, Polonia. Era la hija mayor de una familia Romaní que vivió en Checoslovaquia. Tenía ocho hermanos. Su padre era calderero y viajaban a bordo de un carromato, yendo de una población a otra intentando ganarse la vida. En ocasiones, cuando llegaban a algún pueblo y su padre encontraba algún trabajo permanecían en ese lugar hasta que se acababa la faena. Ninguno de los chiquillos tuvo la oportunidad de asistir a la escuela, la prioridad; comer y ayudar a sus padres, los niños se encargaban de limpiar los calderos para que estuvieran relucientes. Narra Bozena algo que a veces les sucedía al llegar a una nueva población, las autoridades no les permitían estacionar y los obligaban a marcharse a otro lugar. Así fue transcurriendo su infancia entre caminos, calderos y el cuidado de sus hermanos pequeños.

Poco a poco las dificultades aumentaron para Bozena y su familia, mucho más aún cuando les prohibieron seguir llevando su forma de vida nómada y los obligaron a asentarse. Bozena se había enamorado de un chico y comenzaron a vivir en pareja en su remolque, en Lobeš, cerca de Mělníka, pasado Boleslava.

A principios de agosto de 1942, gendarmes checos detuvieron a Bozena Ruzickova, de 18 años, y por ese tiempo, embarazada de ocho meses. Junto a su prometido los obligaron a coger sus escasas pertenencias, los montaron en un camión y posteriormente en un tren de pasajeros, los deportaron hasta el campo de concentración de Lety en Bohemia. Este campo abrió sus puertas en agosto de 1940, en un principio con internos checos y Romaníes, pero en 1942, los campos de Lety y Hodonin se convirtieron en instalaciones donde únicamente se hallaban internados hombres, mujeres y niños Romaníes.

Cuando Bozena llegó al campo le afeitaron la cabeza y después, la obligaron junto a los demás prisioneros a formar. El director del campo los recibió con esta frase: “La puerta se ha abierto para que entraseis, la puerta se ha cerrado una vez que habéis entrado, y eso significa que ya no hay vuelta atrás". Les entregaron algunas mantas y los llevaron hasta uno de aquellos barracones de madera que poblaban el interior de la instalación, dentro, todo estaba lleno de camas, una sobre otra. La obligaron, a pesar de su embarazo, a realizar trabajo esclavo en una cantera, otros prisioneros trabajaban en granjas cercanas o en el bosque. En Lety, Bozena, tuvo que soportar el hambre y las constantes palizas. Bozena dio a luz a su precioso bebé, Eva, pero… en mitad de aquel infierno, Eva murió de hambre en octubre, un mes después de su llegada al mundo.

Las condiciones del campo de Lety desde agosto de 1942 fueron horrible y dramáticamente peores que cuando el campo contaba con prisioneros checos y Romaníes, de acuerdo con documentos de archivo, testimonios entresacados de los juicios celebrados en la posguerra del personal del campo, así como de los supervivientes, el personal de vigilancia del campo de Lety estaba conformado exclusivamente por personas de origen checo, que sólo recibía visitas ocasionales de oficiales alemanes.

Campo de concentración de Lety
© Radio Praga

Hombres, mujeres y niños eran separados en diferentes barracones. El campo, diseñado en un principio para albergar 300 prisioneros en el verano y 200 en el invierno, estaba atestado de gente, con 900 presos en el momento de mayor número de internados. Los guardias tenían órdenes firmadas por el comandante checo del campo, Josef Janovsky, de disparar a cualquiera que intentara escapar o desobedecer una orden. Los internos, incluidos los niños, se vieron obligados a trabajar desde el amanecer hasta el anochecer en las canteras de piedra, en la construcción de carreteras o cortando madera. De los 1.300 reclusos que pasaron por el campo, al menos 300 murieron a causa de las duras condiciones de vida, ropa inadecuada, trabajo forzoso o desnutrición, lo que llevó a dos brotes mortales de tifus. El total de los 35 niños nacidos en el campo (entre ellos Eva) murieron allí y fueron enterrados, como el resto de los muertos, bajo una capa de cal. Aquellos que sobrevivieron a las epidemias, al trabajo esclavo… fueron transportados a Auschwitz-Birkenau en 1943.

Después de 106 días de internamiento, a Bozena se le presentó la oportunidad de escapar de Lety.  En aquel momento Bozena relata “Ya no me importaba si me mataban o no. Realmente ya no me importaba. Así que me dirigí a la puerta del campo y los guardias  me preguntaron a dónde iba. En los barracones teníamos estufas para calentar el interior, así que, les dije que iba al bosque a buscar leña y uno de ellos me contestó: "Ve". Así que me encaminé hacia el bosque, estaba cogiendo leña en mis brazos. Miré detrás de mí por si alguien estaba vigilándome, pero nadie venía. De este modo conseguí alejarme un poco más, hasta que el bosque se hizo cada vez más profundo. Tiré la madera al suelo y comencé a correr. Corría y corría en la misma dirección en la que llegamos en aquel tren. Pensaba que iba por el camino correcto de regreso. Y mientras pensaba en esto, me di la vuelta dándome  cuenta de que venían corriendo detrás de mí. Me escondí detrás de un árbol y esperé a que pasaran. Cuando no vi a nadie, pensé que por fin había escapado. Llegué a una ciudad, no sé qué ciudad era pero oí llegar un tren de pasajeros a la estación, iba con destino a Praga. Me subí al tren, entré en el baño y me encerré hasta que finalmente llegué a Praga.”

Después se dirigió hasta donde se encontraban sus padres en Neveklovice, Checoslovaquia. Entre todos decidieron que lo mejor era esconderse en los bosques con comida y ropa, allí se reunió con su prometido. Bozena enfermó de fiebre tifoidea y viendo que no mejoraba no quedó otro remedio que llevarla al hospital de Zelezny Brod, donde alguien informó a las autoridades acerca de su origen Romaní.

La Gestapo la detuvo y la llevó a Jičin, donde quedó internada, sufrió duros interrogatorios durante tres meses. Tras esto el juez dictó una sentencia que la condenaba a seis años de prisión, mientras que su prometido fue condenado a muerte y murió guillotinado en Praga, ambos acusados de escapar de un campo de concentración.

Bozena fue transportada en un viaje que duró tres semanas en un tren de ganado con dirección a un lugar que los alemanes llamaban Javor Obr Šlejzie, en Checoslovaquia. Allí la obligaron a trabajar en una fábrica de municiones hasta que Javor fue evacuado.

Bozena y los demás prisioneros tuvieron que emprender una larga y agotadora marcha de la muerte sobre la nieve. Los que se quedaban rezagados eran fusilados en el acto. Ella también se estaba quedando atrás tras llevar caminando un largo mes, se encontraba agotada, sin fuerzas, pero alguien la arrojó a un carro en lugar de ser asesinada. Luego la llevaron por varias prisiones alemanas en Bremen, Hamburgo y Lübeck, finalmente fue liberada por los ejércitos Aliados y enviada a un campo de repatriación, donde fue atendida por la Cruz Roja Sueca. Regresó a Praga y se casó con un hombre viudo.

De toda la familia que fue detenida solo Bozena logró sobrevivir al Porrajmos, algunos de sus familiares fallecieron en Lety, el resto de sus parientes fueron deportados en 1943 al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau en Polonia, donde murieron asesinados por los nazis.

Bozena Ruzickova en 1999.
© Peter Finn — TWP


Fuentes
- Biografía de Bozena Ruzickova escrita por Dylan, Laura-Liis, Renata, Marek, Jitka Čačalová, Sophie. Life Trails: Proyecto escolar europeo contra la discriminación y la persecución.
- Entrevista a Bozena Ruzickova. USHMM 19 de junio de 1997.
- Czech Treatment of Gypsies Spurs Heated Debate artículo firmado por Peter Finn  para el Washington Post, 4 de octubre de 1999.